Agradecer cada día, historia de mi vuelo en helicóptero

Aún recuerdo mi primer vuelo, lleno de emoción y expectativa, llevaba como máximo 15 días en la compañía, fue un domingo soleado lleno a aprendizajes, recuerdo que me encontraba en nuestra tienda de hobbies de aviación Pilot Shop cuando la señora Cristina (Directora de la compañía) dijo en voz alta: ¿Quién quiere volar en helicóptero? A lo que respondí YOOO 😊.

Nos dirigimos al restaurante Marmoleo vía las Palmas donde se celebraría una propuesta de matrimonio, llegamos y la emoción no me cabía en el vestido. Hice parte de la propuesta, extendimos el pendón donde estaba el mensaje para la futura esposa y nos sentamos con mis compañeras en cada extremo. Cuando aterrizo el helicóptero jajaja arena por doquier, yo estaba de espaldas y mi corazón latía a mil por hora.

En cuanto se realizó la propuesta, mis compañeras auxiliares de vuelo me indicaron que debía abordar ufffffff, súper emoción, me sudaban las manos y en mi cara solo se dibujaba una inmensa sonrisa.

Despegamos y pegue el mayor grito de la vida jajaja, estaba como cuando destapas el regalo del niño Jesús el 24 de diciembre.

Toda la visual era magnifica, en este momento no recuerdo mucho de lo visto, solo se que fue amor a primera vista. Aterrizamos y me temblaba todo el cuerpo, haaaa, además, lo tenía lleno de arena jajajajaja.

En el tiempo que llevo en Fly Colombia he tenido demasiadas y maravillosas oportunidades de volar en helicóptero. El vuelo que me ha llegado al alma ha sido desde Neiva a Medellín, cuando despegamos, al ver el Desierto de la Tatacoa, por cierto, en este que casi nunca llueve, recordé que tuvimos que escamparnos en un carro varado a media noche. ¡¡Tipo película de terror!! 😉

Los árboles y las montañas inmensas que ves a tu lado, esplendido. Los cultivos, jum indescriptibles, se diferencian de color y su forma es perfecta, son cuadritos llenos de vida y amor.

Recuerdo que el capitán me mira desde la cabina y me pregunta: ¿Cinthia, por qué está llorando?, ¿qué le pasó? Y yo le respondo que no puedo contener la gratitud con la vida, con Dios, con el poder respirar cada día, con el poder ver a mis seres queridos y abrazarlos, con el poder hacer y sentir lo que nace de mi corazón.

El ver los rayos del sol a través de las nubes, aquellas bolitas de algodón que hacen realidad diferentes formas de nuestra imaginación, me causó admiración hacia nuestro creador, tanta maravilla y yo tan pequeña pudiendo disfrutar de ella.

A lo largo de mis días en Fly Colombia, continúo agradeciendo por esta nueva forma de vida que me permite valorar lo pequeño como lo más valioso y lo grande como el mayor aprendizaje.

¡¡Agradezco con todo mi ser a doña Cristina y a don Diego por permitirme volar!!

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