Era mi turno…
Desde pequeña al ver un helicóptero siempre era mi sueño, poder ir a bordo de uno de ellos y desde allí poder observar mi hermosa ciudad desde lo más alto, gritaba fuerte y me tapaba la cabeza pensando que ese bonito aparato iba a caer sobre mí… wow era toda una fantasía.
Me dirijo como todos los días a mi lugar de trabajo, con una gran sonrisa pues quería trasmitir la felicidad de los otros pasajeros, ellos iban a cumplir ese sueño que yo también tenía. Todos estaban a la espera de que la hora llegara, los esperamos en nuestra sala con luces, humo, música y todas con la alegría que nos caracteriza, le cantamos el cumpleaños a esas personas que sus seres queridos querían sorprender, dimos la bienvenida a los visitantes de otro país, fue toda una aventura de experiencias poder compartir con todos en nuestra sala, unos reían, otros lloraban realmente la felicidad se nos notaba a todos.
¿QUE? por fin se llegó la hora, el día estaba hermoso, el sol brillaba, los pájaros cantaban, era un día perfecto para volar. Se llegó el día en que Dios y Fly Colombia cumplieran ese sueño, los pasajeros se fueron en compañía de Julissa (Auxiliar de vuelo) y mis otras compañeras quedaron conmigo en sala, de repente llega Don Diego gerente de Fly Colombia y me pide que por favor lo acompañe, necesitaban de mi presencia en la plataforma, sin reparo salí con él… nunca me imaginé la sorpresa que todo mi equipo me tenía, llegamos a plataforma, él toma mi mano y me dice que me monte en el helicóptero no podía creerlo era mi turno, se acerca uno de los técnicos comienza a colocar los cinturones de seguridad, el piloto se presenta el Capitán Wilson López, era sorprendente por fin después de 20 años mi sueño se iba a cumplir, me sudaban las manos, mi cuerpo temblaba, mi corazón se aceleraba, solo escuchaba ese sonido que de niña me hacía correr por el barrio persiguiendo su ruta y pidiendo que me llevarán en el, era mi turno, por fin mi sueño se había cumplido, el helicóptero emprendió su rumbo, empezamos a subir eran 330 metros de altura, aún no había podido entender lo que estaba pasando, las lágrimas de felicidad llenaron mi rostro, era una maravilla, podía ver el templo del fútbol el Estadio Atanasio Girardot donde cada 15 días mi corazón late, sentía que mi respiración se cortaba, lo que sentía era mejor que un gol al último minuto y eso sí que es emocionante. Íbamos en sentido norte, sobrevolando todos esos lugares que hace tu ciudad diferente, en ese momento ver mis pies en el aire me hacía pensar que todos los sueños si se pueden cumplir.
El dicho dice: Deséalo tanto, tanto, tanto, que la vida no tenga más remedio que dártelo y así fue por fin era mi turno.
Recorrimos toda la ciudad, asustada de estar tan alto, intentaba mirar que tan cerca estaba de las nubes, no lo podía creer estaba más cerca de la ciudad que del cielo, se paralizo el tiempo, mis oídos solo escuchaban la hélice del helicóptero y mis ojos aún con lágrimas en ellos no dejaban de ver mi hermosa ciudad Medellín.
Después de hacer todo el recorrido llegamos a tierra, mis compañeras me miraban con alegría y el señor Diego me pregunta ¿Qué tal el vuelo? no tenía palabras, mi voz entrecortada solo decía gracias, gracias porque un día como lo soñé, hoy por fin fue mi turno.
Ana María Tabares Madrigal
Líder comercia
Fly Colombia City Tour