Volar, para los colombianos, se convirtió en algo común.
La aviación comercial creó rutas por el país y algunas regiones estarían aisladas de no ser por los servicios del transporte aéreo.
A bordo de una aeronave caben todas las clases sociales y allí se desplazan hasta sus destinos de forma rutinaria y normal. No es este, un vehículo para las élites, les sirve a todos. Y a nadie le parece sorprendente. Aunque lo sea.
El 5 de diciembre de 1919, en Barranquilla, nació la Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos, Scadta que luego se transformaría en Avianca, esta adquirió dos aviones Junkers F-13, este modelo, junto con el DC-3 y el Boeing 707, se convertirían en aeronaves icónicas de la aviación.
Un año después, en diciembre de 1920, la compañía comenzó a operar, entre pruebas y exhibiciones, y sus pilotos se convirtieron en expertos en la misteriosa ciencia de la mecánica tropical y en la “tecnología de la cabuya y el jabón de tierra”. Con estos insumos, según relata el experimentado aviador Herbert Boy, tapaban los escapes de agua del radiador y del sistema de refrigeración del motor, y amarraban cualquier cosa que se zafara en vuelo.
La Scadta viajó a Barranquilla, Girardot y Bogotá, entre otros destinos.
A pesar de su importancia, esta no fue la primera empresa de transporte aéreo creada en Colombia. La Compañía Nacional de Navegación Aérea (CNNA) fundada en septiembre de 1920, fue la pionera en este negocio y llegaba a destinos como Cartagena, Medellín, Puerto Berrío y Santa Marta. Sus aviones estaban fabricados en madera y tela, y tenían capacidad para pocos pasajeros que debían viajar incómodos, apretujados unos contra otros, en una cabina abierta.
Desde ese periodo hasta el actual, millones de aviones con sus pasajeros, funciones, tecnologías y trajines han sobrevolado las fronteras nacionales. Y logramos esta proeza a pesar de nosotros mismos. Mejor dicho, a pesar de nuestra geografía montañosa y de las zonas de alta pluviosidad. Por eso hay que celebrar con gran entusiasmo el primer siglo de la aviación colombiana y sus 98 años de operar en forma regular y continua. Esta es, no cabe duda, una de las industrias más relevantes del país y, permítanme decirlo, una de las más ‘aladas’.
Vuelos chárter.
Los vuelos chárter constituyen una modalidad del transporte aéreo y, aunque su delimitación conceptual nos es fácil, puede decirse que su característica esencial consiste en aprovechar la disponibilidad total de la capacidad de una aeronave para transporte privado de grupos, generalmente turísticos, comercializandose la operación, también como regla general, a través de una agencia de viajes, de un tour operador, mayorista o directamente con el operador de la aeronave y los costos asociados siempre serán por toda la capacidad de la aeronave y por los dos trayectos como mínimo, su base -destino – nuevamente su base.
Otros usos muy comunes de los vuelos charter son: el transporte de ejecutivos de compañías del sector privado y público nacionales e internacionales, artistas, deportistas, funcionarios públicos del cuerpo político de la nación, personas de poblaciones donde la aviación comercial no cuenta con operación, personal médico y de ayuda humanitaria de las diferentes organizaciones del estado y también para operaciones de carga.
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