La Inteligencia Artificial (IA) es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas.
Los expertos en ciencias de la computación Stuart Russell y Peter Norvig diferencian varios tipos de inteligencia artificial:
Sistemas que piensan como humanos: automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje. Un ejemplo son las redes neuronales artificiales.
Sistemas que actúan como humanos: se trata de computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo hacen las personas. Es el caso de los robots.
Sistemas que piensan racionalmente: intentan emular el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo.
Sistemas que actúan racionalmente: idealmente, son aquellos que tratan de imitar de manera racional el comportamiento humano, como los agentes inteligentes.
La inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en nuestra vida cotidiana. Muchas veces es una tecnología escondida entre bambalinas que actúa sin darnos cuenta. Los bots y chatbots de atención al cliente son un buen ejemplo, así como los asistentes por voz que todos llevamos en nuestros teléfonos, o los altavoces inteligentes que ya se encuentran en el mercado. La última novedad en este sentido ha sido Duplex, presentado por Google recientemente, y que ya ha empezado a difuminar los límites entre el humano y la máquina.
Ya hace tiempo que los aviones tienen ordenadores a bordo que asisten a los pilotos y que prácticamente, gracias a los pilotos automáticos, limitan la intervención de estos al despegue, el aterrizaje y, por supuesto, cuando se declara una emergencia.
Aunque uno de los factores clave de la operabilidad de los vuelos comerciales es la presencia de los pilotos en la cabina, es posible que en un futuro no muy lejano la inteligencia artificial en aeronáutica se ocupe de muchas de sus tareas.
Es un hecho constatable que los pasajeros nos sentimos más seguros pensando que una aeronave se encuentra en manos de una persona y no de un programa.
Si en un futuro no vemos aviones sin piloto volando por nuestros cielos no se deberá a una falta de desarrollo, sino más bien a la inseguridad que puede causar en ciertas personas, o a problemas en la certificación, ya que la certificación aeronáutica exige un determinismo en los sistemas que no ofrecen los algoritmos de IA.
A pesar de todo, cada vez es más importante el papel que desempeñan las IA en los procesos de toma de decisiones de los pilotos, no para sustituirlos sino más bien para ayudarles en operaciones complejas.
La industria aeronáutica prevé un gran crecimiento del tráfico aéreo en los próximos años, lo que conllevará un aumento del número de aviones volando y, por tanto, un incremento en la complejidad en la gestión de este tráfico.
Con este nuevo panorama se hace indispensable la incorporación de herramientas que faciliten la toma de decisiones, tanto desde tierra como desde el propio aparato, en pos no solo de la seguridad de los vuelos, sino también de la sostenibilidad de las rutas.
Esta transición del pilotaje manual hacia uno más automático, trasladando decisiones sobre fallos técnicos, condiciones climáticas adversas o la disminución del espacio entre aeronaves nos llevarán, en un futuro no demasiado lejano, a naves autónomas.
La industria aeronáutica, así como los sectores adyacentes, ya se están preparando para esta gran transición. No pesan solo las decisiones sobre seguridad, sino también la rentabilidad operativa de las compañías. El objetivo es que los itinerarios sean más seguros y que se organicen de manera más eficiente.
También se plantea la incorporación de soluciones y aplicaciones de inteligencia artificial en el control de tráfico, con el objetivo de ayudar a manejar los volúmenes crecientes de datos y poder tomar decisiones de manera rápida.
Desde el lado de los pasajeros, la inteligencia artificial en aeronáutica contribuirá a reducir el precio de los billetes, al poderse reducir el personal en cabina y en control de tráfico.
La IA es capaz de realizar mejores métricas para calcular las trayectorias que van muy llenas y mejorar su capacidad latente. Hoy en día la mayor parte de las decisiones sobre la seguridad, por ejemplo; la distancia mínima entre aviones, están centralizadas en un controlador aéreo, cuya capacidad es limitada. La IA puede ayudar a distribuir la tarea de separación entre aeronaves, con sistemas multiagentes que permiten establecer procesos de negociación entre los aviones –naves que se comuniquen entre ellas sin la intervención de una persona– para ver cuál cambia su ruta. Sistemas similares ya se usan para negociar el precio de la luz entre operadores”, explica el catedrático de la UAB. Un sistema este, que “tampoco tiene por qué estar embarcado en el avión. Puede estar en el centro de control de vuelo de las compañías.
El futuro de la aviación se presenta apasionante y lleno de cambios.
Fuente: la vanguardia, GMV Innovating Solutions SL, Iberdrola.